viernes, 12 de noviembre de 2010

Harold, alemán de toda la vida!!

  Harold era un perro que llevaba ocho años viviendo en una bonita y unida familia en el norte de Alemania, en Hamburgo. Hasta ahora, las cosas le habían ido muy bien, siempre tenía que comer, juagaba en un precioso jardín y adoraba a su pequeña ama de 10 años llamada Daniella. En su familia era como un miembro más, incluso tenía algunas tareas dentro del orden familiar, les daba protección y les llevaba el periódico, además de colaborar en cierto modo ayudando a dar de comer a la más chiquitica de la familia, jugando con ella.
 Sin embargo, llegó el día en el que la vida ya no le sonrió tanto. Se enteró de que su familia se iba a mudar a Colombia, porque el padre había conseguido allí un trabajo muy interesante, que le iba a aportar un gran desarrllo profesional.


                    


  Por lo que a partir de ese momento, Harold se sintió totalmente discriminado, no se sentía parte de algo, tenía la sensación de que le dejarían allí sin más. Además le molestaba que no se le hubiera al menos dicho algo, y que se le hubiera preguntado qué le parecía a él. Pero a los pocos días, Daniella habló con él muy ilusionada porque iba a conocer un país nuevo y le dijo que estaba deseando llevarlo a la playa y que jugaran para que pudiera correr a más no poder.
  Harold suspiró hondo y cambio totalmente su percepción, ahora comprendió que se iría a vivir a Colombia. Su raza era Akita Inu, característica de tiempos fríos, por lo que en seguida tomó conciencia de la gravedad del asunto. Cuando por fin se mudaron, Harold sentía un fuego en su interior que no le dejaba respirar y correr con normalidad, incluso tuvieron que llevarle al veterinario. Se sentía rabioso consigo mismo, observaba otros perros tan tranquilos y él era incapaz de hacer nada. Además se sentía perseguido por los mosquitos, y después de mucho luchar la familia de éste se dio cuenta, muy a su pesar de que ese no era un sitio para Harold, por lo que lo devolvieron a Alemania, a casa de otros familiares.
  Este fue un choue muy grande para Harold, pero finalmente volvió a sonreir y a sentir que estaba donde debía estar.

¿ No deberíamos intentar comprender que hay gente que nace en un sitio, que pertenece a ese sitio, y que por mucho que lo intente a veces no puede adaptarse? ¿ No deberíamos ser nosotros más tolerantes con ellos y ayudarles a que se encuentren más a gusto?

1 comentario:

  1. ¡Hola Roxana!

    Muy bonito tu cuento. Efectivamente, cada persona es de una manera, pertenece a un mundo que puede ser totalmente distinto al tuyo. Deberiamos ser tolerantes y ayudar a que esas personas se sientan a gusto allá donde estén, sean de donde sean, porque por encima de la procedencia, está la calidad moral de cada ser humano, y esa no entiende de países ni fronteras. Un abrazo. Danilo.

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